¿Sin ciencia hay cultura? ¡No!

En estos últimos meses no ha habido nada más cansino que el famoso canon digital, ese impuesto dirigido a lucrar a parte de la industria audiovisual y a las sociedades de autores y sus empresas interpuestas. Un inciso: si la ley fuera coherente, se gravarían los mecanismos de copia y no el soporte donde se realiza, del mismo modo que se grava la fotocopiadora pero no el papel. Claro que entonces el dinero reembolsado no será el mismo.

Lo más fatigoso de este asunto, y lo que más me exaspera, es ese eslogan de “protege la cultura”. No hay nada más falaz, y no sólo porque los principales beneficiarios de los famosos derechos son los cantantes, cuya voz es culpa de los genes de sus padres -y que en su mayoría no son compositores, ni letristas, ni tan siquiera arreglistas de sus músicas- o los actores -esos de los que, según una vieja definición británica, sólo se espera que suban sobrios al escenario, sepan saludar y reciten sus líneas en el orden correcto-. Si no creen que sea así, vean la huelga de guionistas norteamericanos en “defensa de la cultura”. Ante esto no queda más remedio que preguntarse de qué se está hablando.

Si fuéramos puristas usaríamos la definición de la Real Academia de la Lengua: “Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su espíritu crítico”. A duras penas cuadrarían dentro de esta definición las canciones de Paulina Rubio o las películas de Santiago Segura. Sólo algunas expresiones artísticas y, paradójicamente, el conjunto de toda la ciencia se ajustarían a ella. Quizá por eso Manuel Toharia, director del museo Príncipe Felipe de Valencia, afirma que la ciencia no es parte de la cultura, ES la cultura.

Pero el significado real de la palabra se ajusta más a la segunda acepción de la RAE que comienza: “Conjunto de modos de vida y costumbres…”. Quizá hubiera que cambiar el término que hoy se utiliza; o añadirle el adjetivo “social” para diferenciarla de la primera definición.

¿Quién necesita la cultura (social)? ¿Para qué sirve? No te convierte en mejor persona a no ser que ya lo seas: pruebas hay de cultísimos personajes cuya honestidad y bondad se quedaron en el escabel que usaron para medrar. Salvando los intereses personales -leer poesía medieval, conocer la vida y milagros de los Beatles o coleccionar palillos usados-, en el mundo de hoy cultura es todo aquello que aceptamos que sirve para darnos una pátina de inteligencia y prosperar socialmente. Incluso diría más: la cultura es una forma de marcar la diferencia con los demás, de sentirse superior al resto.

En lo cotidiano es vital para charlar con los amigos (o con quienes te gustaría serlo): es una forma de inclusión/exclusión social, un modo de decir “soy de los vuestros”. Si quieres progresar en el mundo de la alta sociedad más vale aparentar saber de pintura y acudir a los palcos del Real, pero no preguntes por los nanotubos de carbono o la hipótesis de la reina roja. La cultura es como el vestir: una moda, y hay quien marca los patrones.

La ciencia nunca podrá ser considerada parte de la cultura porque no es un buen tema de conversación en las reuniones sociales. Dejando a un lado otras poderosas razones, hay algo contra lo que es imposible luchar; la naturaleza intrínseca de la ciencia. Es acumulativa (nadie se puede poner al día de golpe ni aparentar saber del tema), construye modelos de la realidad, que comprueba experimentalmente (lo que deja las opiniones insustanciales fuera de lugar) y siempre queda la duda (algo impensable de defender en cualquier sarao).

Por lo demás, quiero creer que la “cultura” que defiende el canon digital no es la de Melendi o Victoria Beckham, que se vanaglorian de no haber leído un libro en su vida; o la de aquellos aspirantes a cantantes de Operación Triunfo, que aprendían a hacer gorgoritos pero carecían de toda corrección a la hora de estar sentados a una mesa, coger los cubiertos y hablar con propiedad.

Tanto que se ha hablado del Informe Pisa, ya me gustaría que se realizara esa misma prueba a los autotitulados intelectuales que brillan con luz propia en manifiestos de todo tipo. ¿Cuándo esos representantes de la cultura dejarán de abrir bares de copas y fundarán editoriales, escuelas o museos? Por supuesto que tienen todo el derecho a hacerlo, pero que dejen de vendernos la cultura como ese elevado destino-ideal que hay que defender a cualquier precio. La cultura es, primero y ante todo, un negocio. Y un buen negocio.

(Publicado en Muy Interesante)

5 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Japa dice:

    Personalmente no me preocupa que se busquen excusas de tercera para imponer el dichoso canon, ni pretendo discernir quién es o no es artista, sino el que esa tasa viola el principio de presunción de inocencia. Me explico: se aplica por igual a TODO el mundo que se compre un ordenador, un grabador, un CD en blanco, un MP3, una memoria USB… porque se presupone que lo van a usar para cometer un delito. SIn embargo la ley dice que las personas tienen derecho a la presunción de inocencia, y que no se puede imponer una pena si no se demuestra previamente la culpabilidad del acusado.

    Yo tengo en funcionamiento tres ordenadores, y uso los tres para mi trabajo. No copio CDs, no me descargo canciones, y para no descentrarme ni siquiera oigo música mientras trabajo así que ¿A SANTO DE QUÉ COJONES TENGO QUE PAGARLE YO NADA A LA SGAE?

    Así las cosas, ya que yo soy dibujante, debería exigir que me pagasen un canon por cada escáner o impresora vendidos, no vaya a ser que alguien escanee o imprima mis dibujos sin respetar los derechos de autor ¿no? y de los lápices y papel, no sea que alguien pretenda copiarlos.

    Y por cierto, tengo muy claro que YO TRABAJO CON MIS MANOSPARA GANARME LA VIDA, así que soy artesano, algo de lo que me enorgullezco cada vez que veo a la cuadrilla de impresentables que se autodefinen con esa etiqueta

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  2. Gure dice:

    Tiene razón, la ciencia nunca triunfa en sociedad: ser científico no es «cool». Pero dices: «la cultura es una forma de marcar la diferencia con los demás, de sentirse superior al resto». Esto no cuadra con una posible definición de científico?Como estudiante de medicina indignada, en el resto de comentarios, estoy completamente de acuerdo.

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  3. Juan Varela dice:

    Parece ser que, como decía Goering, si repites muchas veces una mentira todo el mundo pensará que es verdad. Eso de que el, mal llamado, canon digital, presuponga la comisión de un delito es ampliamente repetido y rotundamente falso. Se está confundiendo el «derecho legal a realizar copias para uso personal» (de CD, de partes de libros o revistas, etc.) con la piratería y el top manta. Una cosa es que sea legal y otra que no deba reportar ningún beneficio económico al autor. El pago de una cantidad ínfima en la compra de CD y otros materiales. sólo pretende compensar a los autores por la pérdida de ingresos que supone la copia privada, no se destina a compensar la piratería que debe perseguirse por otras vías. Las entidades de gestión (la SGAE para música o cine, CEDRO para escritores o VEGAP para artistas plásticos) administran esos ingresos, pasan por auditorías y se someten a todo tipo de controles de Hacienda. Además de repartir una parte de los ingresos a los autores, (nunca muy grande, en mi caso apenas 70 euros al año y eso que soy autor de 16 libros) dan pequeñas ayudas por gastos de enfermedad o para la compra de equipamiento profesional a gente que no siempre pasa por el mejor momento.

    Me parece totalmente demagógica la referencia a Melendi u OT. Que el público haya perdido totalmente el criterio y «adquiera» compulsivamente cualquier cosa, no convierte a los autores en artistas, pero mientras su obra se publique, tienen todo el derecho del mundo a que se respete su propiedad intelectual.
    Yo sí utilizo la palabra artista, con toda la dignidad y el respeto que merecen quienes hacen del arte una profesión decente, proporcionan un poco de belleza a este mundo y merecen una retribución digna por ello. Sean actores (borrachos o sobrios), escritores, pintores o fotógrafos.

    Me permito incluir (sin pagarle derechos) un párrafo de Jaume Sisa publicado en El País (20/03/08) con el título «A Chupar del Canon». «Si por nosotros fuera (los artistas) andaríamos todo el día en pelotas, bebiendo, follando y dedicados en cuerpo y alma a la creación y a la búsqueda de la inspiración divina. Pero ¡ah!, el Estado nos obliga a vestirnos, a pagar impuestos, a ganar dinero para casa, comida y lo que nos apetezca. Exceptuando, claro está, nuestras producciones, que, por ejemplo en la Red, faltaría más, salen gratis para todo el mundo.»

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  4. masabadell dice:

    ¿Por qué debo pagar por una copia que no hago? Esta sencilla pregunta les es imposible de responder a quien defiende la tasa, que tal y como está planteada representa un impuesto. Y aún asumiendo que todos debamos pagar por tener un derecho (algo patina en ese razonamiento), la tasa debería ejercerse sobre la fotocopiadora, no en el papel. ¿Por qué no está el paquete de folios sometido a ella? Se debe pagar por ese derecho a copiar cuando compre una copiadora. Me parece fascinante el descaro con el que se confunde copia con almacenamiento de información. Del mismo modo habría que incluir en el canon el aire porque sirve de soporte para los conciertos.

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  5. Japa dice:

    Podría entender que el canon gravara las fotocopiadoras, los duplicadores de soporte digital o cualquier eqipamiento que se use para la obtención de copias, pero se gravan los ordenadores, los reproductores, los mp3, los Ipod, los memory stick… es simple afán recaudatorio. Veo bien que los artistas cobren derechos por su trabajo (yo ocasionalmente vendo los derechos de alguna de mis ilustraciones para un segundo o tercer uso), y cuando debo realizar una fotocomposición entiendo que lo justo es pagar a los fotógrafos que realizaron las fotos, y si alguien usa uno de mis fotomontajes debe pagar los correspondientes derechos de uso de las imágenes originales. Pero encontraría fuera de toda razón que quien compra un ordenador deba pagar una tasa pos si acaso decide sacar una copia de seguridad de esas imágenes, lo haga o no lo haga.

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