No somos tan especiales

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Al ser humano le encanta sentirse elegido, pero la ciencia nos enseña que somos especiales porque deseamos serlo. Poco a poco descubrimos que ni nuestro genoma es singular ni nuestro comportamiento original. La vida no es un milagro, sino una propiedad de la materia, que surge del complejo entramado de las leyes fisicoquímicas.

El primer mazazo a nuestra autocomplacencia lo dio en 1828 un alemán de 28 años llamado Friedrich Wöhler. Su hallazgo se ha comparado con el Hamlet, de Shakespeare, y la Quinta sinfonía, de Beethoven. ¿Cuál fue? Simplemente, la síntesis de la urea. Vamos, del pis. No se rían, no es ninguna tontería. Es cierto que la sintetizamos de manera habitual y la excretamos en la orina. Sin embargo, y al contrario de compuestos como el ácido sulfúrico o el carbonato cálcico, su obtención marcó un punto de inflexión en nuestra comprensión del mundo.

La razón es que la urea es producto de la actividad de los organismos vivos y se creía que su química era totalmente diferente de la del mundo inerte.Los científicos podían obtener compuestos inorgánicos en sus laboratorios, pero la vida y todo lo que le rodeaba era el ámbito exclusivo de Dios. Al demostrar que un laboratorio puede obtener los mismos compuestos que se crean en el cuerpo, Wöhler probó que no hay dos químicas distintas y, por extensión, que la vida es química. Así escribió el 22 de febrero al maestro de químicos, el gran Berzelius: «No puedo guardar por más tiempo mi urea y debo hacer público que puedo hacerla sin un riñón».

Se abrió un proceso que culminó en 1952, cuando un licenciado de la universidad de Chicago, Stanley Miller, sintetizó aminoácidos y, nueve años más tarde, el español Joan Oró hizo lo propio con una de las bases del ADN: la adenina. Así pasamos de sentir fascinación por la vida y construir hermosos mitos a entenderla. Y eso es mucho más maravilloso.

PD: Publicado originalmente en 20minutos

Un comentario Agrega el tuyo

  1. Carlos L. dice:

    He llegado a tu blog por casualidad, desde el blog de Bego «Ciencia Exin», y me llamó la atención el título del tuyo «La ciencia de tu vida», ya que al mio lo llamo «La ciencia de la vida». Si no hay ningún inconveniente, te he enlazado desde mi blog. Un saludo.

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