Creced y multiplicaos

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Hace unos 10.000 años una verdadera revolución sucedió en la forma de vida del ser humano. En Oriente Medio algunos cazadores-recolectores descubrieron que podían obtener comida al año siguiente si plantaban parte de las semillas obtenidas el año anterior. Acababa de aparecer la agricultura. Esto trajo consigo los asentamientos permanentes, los poblados. Las fértiles márgenes del Tigris, el Éufrates y el Nilo proporcionaron enormes cantidades de comida y se produjo la primera explosión demográfica de la historia. En 5.000 años la población creció de 10 a 100 millones.

El tiempo libre permitió la aparición de la alfarería y la metalurgia, que rápidamente se empleó para mejorar la explotación tanto de la naturaleza como de otros hombres. Desde entonces no hemos dejado de crecer. Desde hace 50.000 años hasta el año 1810 la población mundial no brincó por encima de los 1.000 millones. Y si tardamos en llegar a esa cifra casi 520 siglos, poco más de un siglo después, o sea, en 1925, alcanzamos los 2.000 millones. Y sólo 30 años después, en 1955, llegábamos a 3.000 millones. Veintiún años después volvimos a añadir 1.000 millones más y después sólo bastaron diez años para volver a subir 1.000 millones.

El aumento incesante de población resulta un grave problema para la raza humana. «Si seguimos así -comentaba hace años Isaac Asimov- para 2100 habrá sobre la Tierra 50.000 millones de seres humanos, 50.000 millones de bocas que alimentar, 50.000 millones de cuerpos que cobijar».

Asimov llevó estos cálculos al extremo. Si la cantidad total de materia en el universo es de unos 200 millones de millones de millones de millones de millones de millones de toneladas y suponiendo que la raza humana sea capaz de viajar por el espacio y convertir todos los planetas y estrellas en alimento, ¿cuánta población necesitaríamos para comernos el universo? Pues la bonita cifra de 4.000 millones de millones de millones de millones de millones de millones de personas.

Lo verdaderamente aterrador de este experimento mental es el tiempo que necesitaríamos para lograrlo. Suponiendo que seguimos creciendo al mismo ritmo que ahora, que conseguimos no reducir sino simplemente estabilizar el aumento de población, sólo necesitaríamos 3.500 años en conseguirlo. Eso quiere decir que necesitaremos menos tiempo en alcanzar el número de años necesario para devorar todo el universo que el que necesitamos para pasar de las pirámides a los rascacielos.

3 Comentarios Agrega el tuyo

  1. japa dice:

    Hay un punto en tu texto con el que siempre he estado en desacuerdo: lo de que «hace unos 10000 años unos cazadores recolectores se dieron cuenta…». No hay ningún motivo por el que la agricultura fuera una revelación súbita. Poblaciones de cazadores recolectores como lso aborígenes austarlianos o los San (los bosquimanos, para los que no conozcan el término) saben de sobra cómo se rproducen las plantas y ocasionalmente siembran semillas de aquellas que les interesan para no agotar las existentes. No es ningún proceso misterioso ya que basta con coger un brote recién nacido para ver que la miniplanta nace de una semilla.
    Más bien deberíamos decir que hace 10000 años algunos cazadores recolectores, quizás porque su medio ambiente estaba al límite, tuvieron que optar por alimentarse exclusivamente de plantas que sembraban porque ya no tenían otra opción. Dado que los ecosistemas de oriente medio parecen haber sido bastante susceptibles a la presión de la caza excesiva (así como parece que el Sahara inicialmente fue una sabana que cayó víctima del sobrepastoreo y las sequías), es una opción bastante razonable

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  2. lola fuentes dice:

    El artículo, es realmente estupendo, algo parecido quizás, no lo sé, en el fondo al pensamiento de Malthus. Pregunto no más. Un saludo.

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