Los científicos somos gente honrada

Todos sabemos que uno de los pilares de la sociedad democrática es la presunción de inocencia. Pero uno tiene la sensación que eso sólo ocurre cuando un ciudadano es acusado de hacer algo a otro ciudadano. Porque cuando te las tienes que ver con el Estado la cosa cambia.

Déjenme que se lo diga en una sola frase. El (antiguo) Ministerio de Educación y Ciencia (es de suponer que el nuevo Ministerio de Ciencia e Innovación hará lo mismo) y las Universidades españolas llaman todos los días chorizos a los investigadores. Y los pobres ni se inmutan. Es la prerrogativa de la burocracia.

Supongo que se habrán sorprendido, pero así es. El científico patrio no sólo tiene que bregar con interminable papeleo, en ocasiones redundante y en otras muchas inútil. Un investigador puede llegar a perder más del 50% de su tiempo atendiendo una burocracia más propia de El proceso de Kafka que de un país del siglo XXI. Pero no contento con eso, llega la hora de justificar gastos.

Imagine que debe acudir a un congreso internacional. No puede faltar, pues es un lugar de encuentro de todos los que se dedican a trabajar en el mismo campo que usted; allí se escuchan nuevas propuestas, se discute, se hacen nuevos contactos… Para poder ir pide ayuda a su universidad, que se la concede. Para que le den el dinero, que usted debe adelantar, le dicen que a su vuelta debe entregar los billetes y facturas de rigor y, además, ¡una prueba de que ha estado en el hotel hospedado! Y usted se queda mirando con cara de lelo si tendrá que mangar las toallas o algún cenicero (empresa harto difícil en estos días de eliminación mundial del tabaco). Piensa que lo mejor es hacerse una foto dentro del hotel, porque si se la hace fuera el probo funcionario puede pensar que se puso delante pero que, en realidad, no durmió allí.

A su regreso ha decidido invitar a un colega a pasar una semana en su laboratorio: sus investigaciones van por el mismo camino y quiere que le ayude en ciertos aspectos oscuros de su trabajo. De paso, él aprenderá la nueva técnica experimental que está desarrollando. Lo aloja en el hotel que la universidad tiene concertado pero, para su sorpresa, descubre que sólo está en régimen de alojamiento y no de alojamiento y desayuno. Acude con cierto miedo al mismo probo funcionario que le atendió la vez anterior. Sus temores son fundados. Atónito escucha que no pueden pagar el desayuno porque no saben si el buen hombre va a desayunar. Usted le dice, pacientemente, que eso quedará reflejado en la cuenta del hotel, pero el funcionario le corrige: “No, no es eso. Es que no sabemos si va a desayunar… él”.

Ya en su despacho recibe un correo electrónico donde le comunican que le han concedido una ayuda para una acción de divulgación. Escaldado, piensa que seguro hay trampa. Así es. La carta de aceptación le dice que le dan el 40% de lo presupuestado (dinero que, obviamente, deberá justificar con facturas) pero que debe comprometerse a realizar TODA la acción. Vamos, que el Ministerio le dice algo así como esto: “Usted ha mentido en el presupuesto, lo ha engordado para quedarse con nuestro dinero. Pero nosotros somos muy inteligentes y sabemos que para desarrollar la actividad que nos propone basta y sobra con el dinero que le acabamos de conceder. Así que firme un papel donde diga que lo va a hacer en estas condiciones, listillo”. Le están llamando ladrón a la cara y, además, debe reconocerlo por escrito.

5 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Carmen dice:

    No sé si honrados, pero desde luego son muy ingenuos… 😉

    Esto pasa tb, por ejemplo, con algunas becas de estudio… siempre suele haber un recorte a la baja jeje… pero no creo q eso deba interpretarse como una cuestión de desconfianza, sino de «escasez de recursos», lo cual puede ser discutible… pero las ayudas y subveciones se dan con cuentagotas, y ya es mucha suerte si cae alguna gota… además, hay tantos vasitos esperando esas gotitas… otra cosa es analizar el asunto desde el punto de vista del grifo, de su cuestionable y hasta arbitrario funcionamiento, y de cuales son las prioridades y criterios q se establecen en esos repartos que la mayoría de veces nos parecen tan ilógicos e injustos (por no decir algo peor)… en fin, el dinero público ha de administrase y controlarse con especial rigor, pero a veces dicho rigor roza el absurdo, aunque yo más bien considero q muchas veces son excusas casi surrealistas q se utilizan para tratar de justificar lo injustificable… he vivido algunos episodios dignos de ser publicados en una revista de humor, pero no en el ámbito de la investigación, sino de la formación, aunque supongo q tratándose de subvenciones el tratamiento debe ser parecido… pero tranquilos todos, no lo voy a contar… 🙂 , y no pq me haya propuesto hacer un inusual ejercicio de brevedad, sino pq es confidencial jeje…

    Tengo una curiosidad… sr. Sabadell, este relato ¿es autobiográfico? 🙂

    Me gusta

  2. Sophie dice:

    Sabía que las cosas andaban mal para los científicos, pero no que se llegara al extremo del absurdo. No entiendo que sean tan estrictos con vosotros, cuando para otro tipo de ayudas o subvenciones el grifo está abierto por completo y hay gente viviendo de ellas. Y no digo más, que cada vez que comento este tema siempre llega alguien a darme la colleja…

    Me gusta

  3. candelaarias dice:

    Pobrecillo de miniño, y yo sin consolarle con lo mal que debe hacérselo pasar el estado, el gobierno, el hotel… Nada, la ha usted liado, ahora me siento compasiva y voy a cantarle algo.

    Me gusta

  4. masabadell dice:

    No es nada autobiográifco. Solo es una recolección de anécdotas al estilo de lo que hacen los profesores con las barbaridades que escriben la chavalería en los exámenes. Por lo demás el «somos» del título poco tiene que ver conmigo; es más bien un homenaje a la famosa obra «los ladrones somos gente honrada»

    Me gusta

  5. Anónimo dice:

    Ya nos habíamos dado cuenta del homenaje a la obra «los ladrones somos gente honrada»; y no a los funcionarios….

    Me gusta

Deja un comentario