Hacer caja con la salud

En 2003 la revista médica British Medical Journal (BMJ) publicaba un artículo titulado “¿Quién paga la pizza?” donde se denunciaba el conflicto de intereses entre los dos ‘grandes’ de la medicina moderna: los médicos y la industria farmacéutica. La prueba la tenemos en nuestro país. El gigante Merck Sharp & Dome demandó en 2002 al Instituto Catalán de Farmacología y a su director, Joan Ramón Laporte, por denunciar graves irregularidades en la realización y análisis en los ensayos clínicos sobre uno de sus productos estrellas, rofecoxib. La sentencia de 2004 absolvió a ambos y fue un varapalo para la arrogante industria farmacéutica.

La intimidación y las amenazas no son extrañas: a principios de los 80 Eli Lilly amenazó con un juicio al editor de BMJ si publicaba datos que ponían en duda la seguridad de cierto medicamento. El más llamativo fue el caso Olivieri, una científica de la Universidad de Toronto contratada por Apotex para estudiar un fármaco que trataba la talasemia mayor, una anemia hereditaria que presenta alteraciones en la producción de hemoglobina y que requiere transfusiones de sangre.

Tras unos primeros buenos resultados, una segunda tanda de ensayos –al parecer ya no sujetos al compromiso de confidencialidad- descubrió que el medicamento producía fibrosis hepática. Cuando intentó publicar sus resultados fue amenazada con una demanda millonaria. Olivieri no se arredró y los publicó en 1998. La Universidad de Toronto, que debiera haberla apoyado, la echó de su puesto de directora del  programa de investigación de hemoglobinopatías y denunciada ante el colegio de médicos de Ontario por mala conducta (los 13 millones de dólares que iba a recibir de Apotex era un buen motivo).

Ocultar estudios negativos sobre un medicamento es algo más que habitual. El caso de Glaxo en 1998, que en un documento interno pedía a sus empleados ocultar los resultados de un estudio que concluía que la paroxetina no era mejor que el placebo para tratar la depresión en adolescente, es uno de tantos. Los lazos demasiado estrechos entre los médicos de alto nivel y las empresas farmacéuticas hace planear la duda sobre los estudios clínicos, hasta el punto que las revistas médicas se ven incapaces de encontrar revisores para los artículos que no tengan alguna dependencia con ellas.

Mal camino llevamos si los estudios clínicos se acaban convirtiendo en folletos publicitarios. Por eso es edificante descubrir que hay quien no se vende. A principios de este año se publicaba un metaanálisis –un estudio de estudios clínicos- sobre los nuevos antidepresivos -no pagado por ninguna farmacéutica- que reveló algo que ya se sospechaba desde 1999: no son mejores que el placebo.

4 Comentarios Agrega el tuyo

  1. nadha dice:

    Bueno, como siento que eres honesto, voy a recurrir a ti como ciudadana, sin criterio pero preocupada por un asunto. He leído eso que te dejo en el link. ¿Nos puedes ayudar a los sin criterio como yo a vislumbrar la verdad? Te lo agradecería mucho. Sí, que le echases un vistazo tú, incluidos los comentarios, si no te roba mucho tiempo. El tema me parece importante. Y no diferencio por falta de conocimiento científico.

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  2. lola dice:

    Siempre es sabido que los medicamentos son buenos para una cosa y a la larga o a la corta a su vez dañinos para otros organos del cuerpo,en mi opinion es consumir lo menos posible y en poco tiempo ,pues tambien es sabido que el cuerpo llega a acostumbrarse al medicamento y no hace el efecto del principio y si no te queda mas remedio que tomarlos al menos estar enterados de los efectos secundarios. como comprobaras Miguel Angel es una opinion poco cientifica,ya me conoces, sabes que la ciencia y yo estamos a miles de kilometros luz. Un saludo desde Zaragoza

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  3. asimov dice:

    El mercado introducido en la medicina=Negocio. Que solo los potentados pueden pagar.

    salu2.

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  4. masabadell dice:

    Nadha, yo no me fiaría de lo que dicen en ese link….

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