Una sustancia milagrosa

¿Saben cómo hacer que las gallinas pongan huevos más grandes? Haciéndoles oler una sustancia que se encuentra en la orina humana. Un grupo de investigadores británicos e israelíes descubrió que la 2-metoxi-3-isobutilpirazina, una de las cinco pirazinas que se encuentran en nuestra orina, provocan tan increíble efecto.

Esta pirazina la encontramos en las glándulas odoríferas de los castores, en la orina del coyote y en las heces de los conejos. Además, y para que lo tengan en cuenta cuando vayan al supermercado, se utiliza como potenciador del sabor en la industria alimentaria.

Durante cuatro meses, gallinas Leghorn “esnifaron” la pirazina que destilaba un algodón ligeramente untado con ella. El experimento puso de manifiesto que sus huevos pesaban cuatro gramos más que los de aquéllas que no habían sido expuestas. No se sabe porqué sucede, aunque es posible que el olor de la pirazina retrase la aparición de la hormona luteinizante -culpable de que se liberen los huevos del oviducto- por lo que el huevo puede quedarse allí más tiempo agregando yema y albúmina.

Pero lo más curioso fue el experimento suplementario que hicieron con pollos. Los investigadores expusieron a las pobres aves a vapores de pirazina cada vez que bebían un agua donde habían echado unas gotas de quinina para darle un gusto amargo y desagradable. Y descubrieron que los pollos que recibieron la andanada de pirazina evitaban beber el agua amarga en mayor medida que los otros. Algo que interpretaron como que los pollos expuestos a la pirazina recordaban mejor la agria experiencia.

La orina es una sustancia multitarea. En Grecia, para conseguir que el jabón dejara la ropa más blanca que blanca, se usaba el amoniaco obtenido de la fermentación de la orina. Y materia prima no les faltaba, pues detrás de la puerta de las tiendas había unas jarras a disposición de los clientes que quisieran hacer uso de ellas.

Por su parte, Heródoto cuenta que en el antiguo Egipto, durante el reinado de Feron, el Nilo arrasó los campos. El rey, al contemplar el desastre, se enfureció contra los dioses y estos le castigaron dejándolo ciego. Tras 10 años, el oráculo de Butona le anunció el final del castigo y le informó que para recuperar la vista debía lavarse los ojos con la orina de una mujer. Pero ¡cuidado! la de una mujer fiel.

El rey estaba contento; pronto recuperaría la vista. Probó con la orina de la reina. Nada. Con la pena añadida del descubrimiento de la infidelidad regia, empezó a lavarse la cara con la orina de todas sus demás esposas y concubinas. Nada de nada. Tras un considerable esfuerzo, encontró una mujer fiel. Mas la felicidad de la visión recuperada no le cegó ante lo que había descubierto. El rey hizo confinar a todas las mujeres infieles, empezando por la reina, en la ciudad de Eritrebelos y les pegó fuego.

Usar orina para poner huevos, tener memoria, hacer jabón y curar la ceguera. Esto no lo supera ni Rappel…