Durante los años 1950 el Comité para las Actividades Antiamericanas y el subcomité del senado para la Seguridad Interior de Joseph McCarthy persiguieron a simpatizantes del comunismo. Aquellos que no daban nombres eran encarcelados por desacato al Congreso y los que invocaban el derecho a no incriminarse a sí mismos eran llamados comunistas de la quinta enmienda.
Los científicos fueron sometidos a mayor presión porque, como los políticos habían aprendido de la ciencia-ficción, estaban en posesión de una fórmula secreta que permitiría a los comunistas destruir los Estados Unidos. También los profesores fueron duramente investigados al poseer un tremendo poder para malear las mentes de los jóvenes. Era paranoia en estado puro: ¿se imaginan a los profesores programando las mentes de sus alumnos para convertirlos en simples máquinas a merced del ogro comunista?
Algo parecido está sucediendo con la famosa asignatura Educación para la Ciudadanía. La polémica desatada es parte de la más amplia batalla entre religión y laicismo pero posee un fondo pseudocientífico común con aquella “caza de brujas”. Lo más llamativo es que la derecha y la iglesia usan una idea muy querida por pensadores y científicos sociales de izquierdas: el niño es una hoja de papel en blanco sobre la que se puede escribir cualquier cosa. A esto hay que añadir lo que Judith Rich Harris ha llamado con acierto el mito de la educación: creer que el niño o la niña aprende a socializar por las enseñanzas de sus padres.
Este es el hilo argumental: los niños salen como sus padres lo educan; si el gobierno intenta educar a nuestros hijos, saldrán como quiera el gobierno. Echen un vistazo a su alrededor y digan si en algún lugar encuentran esos humanoides sumisos. Claro que el golpe de efecto queda para el final: se afirma con descaro que se puede programar una mente en desarrollo, que se puede conseguir con una hora a la semana -el tiempo dedicado a la asignatura- y que todos los profesores obedecen los dictados del gobierno.
No estaría de más recordar estas sabias palabras de un arzobispo del siglo IX: «El miserable mundo yace hoy bajo la tiranía de la estupidez. Los cristianos creen cosas tan absurdas que sería imposible hacérselas creer a los infieles».
(Original publicado en la columna Políticamente Incorrecto)
¿Podrías aportar algún dato más sobre la cita de este arzobispo?
salu2.
Me gustaMe gusta
¿quién? ¿cuando? ¿dónde?…
salu2.
Me gustaMe gusta
No podría darte más detalles. La cita la extraje del excelente libro “Enciclopedia de la brujería y demonología” de Rossell Hope Robbins. Tendré que revisarlo para comprobar si daba el nombre…
Me gustaMe gusta
Gracias, siempre es bueno confirmar, porque luego nos(me) acusan de inventar hechos.
Exclente blog; te sigo en MUY.
salu2,
Me gustaMe gusta